Parafraseando a Voltaire, «Alguien inteligente aprende de la experiencia de los demás».
Si de algo ha servido este confinamiento, ha sido para reflexionar sobre el lugar que van a ocupar los seniors en nuestro panorama empresarial y económico, como se ha venido discutiendo tiempo atrás, y la necesidad de extender la edad de jubilación, que va aumentando progresivamente, año tras año, hasta situarse por el momento en los 67 años en el año 2027 para asegurar el pago de las pensiones.

Resulta evidente que nos encontramos con una población cada vez más envejecida en España, sin medidas efectivas que impulsen la natalidad, ni la integración de los sénior en el mercado laboral, ni la conciliación de la vida familiar con la laboral, que las empresas no han llegado a asimilar con carácter general.

Esto nos lleva a preguntarnos a qué nos referimos cuando hablamos de seniors. Se les ha situado habitualmente en el colectivo de mayores de 55 años, si bien presenciamos cómo las empresas minusvaloran y discriminan la edad a partir de los 45 años, bien en sus procesos de selección, bien en sus políticas de despido y prejubilación, en favor de las nuevas generaciones, con las dificultades añadidas que presenta el acceso de nuestros jóvenes a un puesto de trabajo.

Los seniors se configuran como nuestros profesionales esenciales, y no entienden de edad, cuando observamos que profesionales autónomos de más de 67 años siguen prestando sus servicios, sin acceder a su jubilación, con total normalidad y eficacia, en ocasiones por necesidad.

o solo aportan valor por su conocimiento y experiencia, sino por su capacidad de liderazgo, compromiso, paciencia y lealtad, y el gran valor que aportan en la diversidad que necesitan las empresas para formar equipo con los más jóvenes, conjugando sus capacidades con la innovación y la tecnología, y en la resolución de conflictos y momentos de crisis, entendida como una nueva convivencia intergeneracional.

Sin embargo, esta exposición no es nueva ni surge de este confinamiento. Esta situación no ha hecho más que alarmarnos gravemente del abandono y maltrato sanitario que han sufrido y sufren nuestros mayores, de la escasez de medios, de la ineficacia de la normativa de dependencia, y su obligado confinamiento, resultando además de gran ayuda para el cuidado de sus nietos, que ya venían haciendo de forma natural.

Resulta necesario buscar fórmulas inmediatas, con respaldo normativo, para propiciar la conservación, desarrollo profesional e integración de nuestros seniors en las empresas, lejos de una discusión de género, garantizando su derecho constitucional a la igualdad, y nuestro compromiso social de velar por su cuidado y protección, en aras del gran valor que representan para el crecimiento y desarrollo empresarial y económico de nuestro país.

Es nuestra apuesta de futuro, la estrategia de gestión del talento sénior para impulsar un cambio social real y efectivo, fomentando, como venimos haciendo, nuevos proyectos en los que integramos a los seniors con los más jóvenes, humanizando los equipos y buscando nuevas fórmulas de colaboración y diversidad intergeneracional, que nos enriquecen de forma personal y se perfilan, no solo como una nueva oportunidad de negocio, sino como remplazo generacional.

El compromiso social y de nuestros políticos, quienes recordemos nos representan como ciudadanos, son esenciales para adecuar la normativa laboral a este escenario para que esto sea posible.

Fuente de la noticia: Economianews.es

Este contenido es exclusivo para los asociados de Icade.

Si tienes una cuenta, inicia sesión para visualizar el contenido o rellena este formulario para registrarte en Icade.