«2022 el año que no fue: coyuntura, perspectivas e incertidumbres» ha sido el título de la sesión que nos ha brindado nuevamente Sebastián Puig Soler. Una revisión de los datos y previsiones que en cierta medida ya había anticipado en su sesión del pasado julio 2021 de cara a una salida de la pandemia, y a la que se han incorporado los problemas de la guerra de Ucrania de imprevisibles consecuencias.
Desde julio de 2021 tuvimos una 6ª ola COVID intensa pero menos letal. Hoy el COVID nos sigue afectando, como estamos viendo en China. Ya nos habló Sebastián en 2021 sobre que el fantasma de una inflación más duradera de lo esperado y una ralentización del crecimiento, se alzaban como las principales amenazas para la reactivación, especialmente teniendo en cuenta el elevado endeudamiento de muchos países. La guerra ha acelerado y consolidado esas tendencias.
Nos recordó efectos interesantes, como el abandono masivo voluntario de trabajadores en EEUU ante la pandemia que ha llevado a un incremento de costes salariales.
El crecimiento global y la recuperación del comercio se ralentizan y la presión del coste de las energías afectan a los precios especialmente en Europa. Las presiones inflacionistas se deben a diversos factores que se realimentan y la sostienen en el tiempo: la pandemia, el exceso de estímulos monetarios y fiscales, la especial posición de China, el efecto de la transición energética y la geopolítica. Así es, la guerra de Ucrania afecta a todos, pero en diferente medida. En Europa especialmente a la inflación, y esto es sobre todo por la dependencia energética de Rusia y por la subida de los precios de los alimentos, que suelen coincidir históricamente con los grandes conflictos y crisis. La tensión en el comercio chino es importante y nos afecta. Los bancos centrales deben gestionar muy bien las expectativas de inflación a medio y largo plazo para evitar efectos perdurables de segunda ronda que podrían amenazar con estanflación. En este panorama global España sigue creciendo, pero es en comparación con economías similares la que menos se recupera con respecto a los niveles prepandemia.
Otro fantasma que nos amenaza es el incremento del coste de la deuda, habiendo gestionado España bien el alargamiento de los vencimientos y la reducción de tipos. No obstante, el alto endeudamiento tendrá un coste importante en el futuro en un entorno de endurecimiento de las condiciones financieras.
En conclusión, nos enfrentamos a: menor crecimiento y cambios estructurales; grandes riesgos (inflación y geopolítica); incertidumbre y volatilidad en máximos; menor confianza económica y social.
En esta situación necesitamos nuevas capacidades: gestionar la frustración y la incertidumbre y establecer conexiones.
Ante este panorama las empresas deben;
– Diversificar (Fuentes de suministro alternativo. Nuevos proveedores / Mix local-exterior / Explorar y crear redes / Digitalización).
– En el ámbito financiero: Selección estratégica de proyectos y de sus activos fijos.
– Conseguir una capacidad de reacción rápida: Flexibilidad contractual, y análisis de riesgos
Por todo ello, 2022 es un año muy especial, diferente de lo que se esperaba tras la pandemia. Confiamos en que las expectativas mejoren para todos.
Tras la exposición pudimos hacer algunas preguntas a Sebastián Puig que desde su visión internacional nos habló en particular de cómo afecta a EEUU o a África, y hablamos de como el papel de España en el mercado de recursos e influencias podría ser más efectivo y decisivo para nuestro futuro
Gracias a Sebastián Puig, nuestro gran oficial de la Armada, analista de seguridad y defensa, investigador en geoeconomía e inteligencia financiera que nos ha facilitado su visión refrendada por su larga experiencia y su visión internacional. Quedamos en volver a examinar sus previsiones en una futura sesión y agradecemos su siempre gran colaboración con la Asociación.
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