Estuvimos allí…
El pasado 25 de junio tuvimos la oportunidad de realizar una nueva edición de los Foros de Opinión en el marco del Casino de Madrid. Fue realmente una gran experiencia con unos ponentes extraordinarios que representan diferentes perfiles todos ellos complementarios.

Así, contamos con la moderación Íñigo Navarro quien supo hacer fluir el debate con gran inteligencia y amenidad y la participación de cuatro expertos: Moisés Barrio, Letrado del Consejo de Estado y erudito de las nuevas tecnologías, Jesús Sánchez Lambás el más experimentado por edad y con una visión en profundidad, Leticia López Lapuente, muy introducida en el uso de las tecnologías en la profesión y José Antonio Sánchez Dafos, que nos ofreció la visión más internacional.

Queremos especialmente significar que al inicio y final del debate se hizo una especial dedicatoria por los asistentes a la memoria de Juan Picón, nuestro ponente fallecido la semana precedente de forma inesperada, ejemplo de profesional y de persona comprometida (Ver homenaje)

El debate una vez más nos ha resultado un lujo por los ponentes, por el lugar en el que lo celebramos, por la amabilidad de todo el equipo del Casino, liderado por su Vicesecretario José Luis de la Calle Gijón que abrió la presentación y cerró el acto. Mil gracias al Casino de Madrid por esta nueva oportunidad que esperamos repetir con otros temas y debates a la altura de los tres anteriores.

A continuación recogemos las conclusiones del debate por el moderador Iñigo Navarro.
Les invitamos a ver el vídeo íntegro para disfrutar de todos los contenidos de 90 minutos intensos y atractivos.

Artículo resumen por Iñigo A. Navarro Mendizabal (Decano de la Facultad de Derecho de ICADE Comillas y Profesor Ordinario de Derecho civil)

«La abogacía está viviendo una profunda transformación impulsada por la tecnología y la realidad digital. La tecnología está afectando a todos los campos de la vida social y profesional, principalmente a través de la nanotecnología, la biotecnología, el internet de las cosas y el big data y la inteligencia artificial. Hay algunos pensadores que llegan a decir que actualmente vivimos en una especie de libertad asistida por cuanto, por comodidad, pero con cierta dependencia, usamos la tecnología y la inteligencia artificial para todo tipo de tareas: decidir la ruta que haremos para llegar a casa, escoger la música que vamos a escuchar, elegir la series a las que vamos a engancharnos en función de nuestros gustos y se usa hasta para la búsqueda de pareja. Frente a esta realidad, encontramos que hay personas que se presentan como apocalípticos y otras como integrados (siguiendo la célebre distinción de Umberto Eco), pero las visiones más polarizadas son las que más triunfan ofreciendo visiones utópicas o distópicas según los gustos. La abogacía, en general, es un sector razonablemente optimista ante todo cambio. Los abogados no suelen ser estructuralmente conservadores, pero tampoco acogen con papanatismo acrítico todo cambio. Así, la posición más habitual es la que admite que la tecnología está mejorando nuestras vidas, pero que habrá que poner límites a algunos excesos o subproductos nocivos que pueden producirse como la ciberdelincuencia o la necesidad de la protección de datos. Quizás, lo que más asusta es la magnitud de los cambios y la velocidad de estos que parecen viajar a la velocidad de la luz. La profundidad de estos cambios es tan intensa que parece que está alterando a la propia mente humana.

Todas las ramas del Derecho se están viendo afectadas por la tecnología: mercantil, civil, laboral, fiscal, administrativo, penal…, pero además están surgiendo nuevas ramas que probablemente irán creciendo y puede que lleguen a ser autónomas: ciberdelincuencia y prevención de riesgos tecnológicos, protección de datos, gobierno de espacios digitales, derecho de los robots…

En la gestión de los despachos, también ha entrado en tromba la tecnología. Los polvorientos tomos del Aranzadi ya no se usan ni de decoración en oficinas que tienden a ser paperless con libros en formatos electrónicos (que son libros, al fin y al cabo) y la tecnología avanza de forma imparable. Baste saber que a través de herramientas analíticas de big data y algoritmos podemos predecir las posibilidades de éxito de una demanda según el juzgado en el que caiga o decidir los mejores argumentos para triunfar en nuestra pretensión. Las máquinas, las apps y la tecnología no bastarán por sí mismas para que un despacho de abogados tenga éxito, pero la firma que tenga mejor tecnología será más eficiente y más eficaz.

El blockchain, que es también un término de moda, es ya una realidad en el mundo de los negocios y en el mundo jurídico. Muchas de sus posibilidades están todavía por explorar, aunque los cambios están siendo tan impresionantes que en el mundo de la abogacía se siente que no es la estación término de la revolución digital, sino que saldrán nuevas tecnologías que todavía no vislumbramos.

Siguiendo con el razonable optimismo de los abogados, la Justicia (esta vez con mayúsculas) puede servirse de la tecnología en muchos ámbitos. Sin duda la tecnología podrá servir para averiguar la Verdad en muchos casos en los que está en entredicho. Programas específicos pueden ayudar al Juez a saber si un testigo miente, por ejemplo, aunque hace falta mucha inversión en tecnología, pues resulta descorazonador comprobar los escasos medios con los que todavía se cuenta. En Estados Unidos se suele denominar cyber cop a la tecnología que lleva, por ejemplo, un coche y obliga al cumplimiento de toda la normativa: un coche que no arranca si el conductor tiene un cierto nivel de alcohol en sangre o no se ha puesto el cinturón de seguridad, que se para en el semáforo en rojo, respeta los stop y los ceda el paso… Algunas actuaciones pueden parecer intromisivas, pero qué duda cabe que, como los Smart contracts, pueden favorecer tremendamente la ejecución de la normativa.

Para acabar, en este mundo de máquinas, los abogados para triunfar tendrán que ser más persona. Es absurdo competir con la máquina a ver quién es más máquina y, por el contrario, en el mundo de los abogados tendrán que ser más persona para tener éxito en su profesión. Personas con valores, que sean capaces de hacer un análisis crítico de lo que estudian. Personas con empatía, que sean capaces de ponerse en el lugar del otro y generar confianza en el cliente. Personas con una gran paleta de herramientas analíticas en su cerebro, que puedan comprender el entorno digital en el que nos movemos. Personas que potencien su creatividad y sean capaces de ofrecer soluciones novedosas a problemas complejos que nunca se habían planteado. Todo esto será necesario para intentar ser un abogado de éxito».

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